El cambio de paradigma está atravesado por la praxis –y no únicamente por la teoría–, por lo que ya no hay un único método para conocer, sino una pluralidad metodológica o anarquismo metodológico, siendo la práctica la que establece un criterio de verdad –pero no en el sentido absolutista de la lógica cartesiana de “la verdad” a la que se ha llegado por métodos validables, confiables, replicables–, por lo que rechaza cualquier presunción de conocimiento acabado y por tanto se abstiene de profesar la existencia de una neutralidad y objetividad, en virtud de que la práctica implica la existencia de relaciones de poder que se reproducen, y de valores –como el de la vida- que demandan ser defendidos.