XVII Congreso Internacional sobre Nuevas Tendencias en Humanidades

Resumen

Desde la lógica de los estudios culturales es posible observar una mutua determinación entre las formas artísticas y la sociedad, pues las primeras también son estructurantes de realidades que se van fosilizando asociadas a determinadas estructuras de sentir. El suicidio es un tema de salud pública, pero donde también otros dispositivos biopolíticos imponen una profilaxis. Con todo, además de los discursos legales, morales y políticos, encontramos también el literario, mas no desde el control sino ligado a una política de los afectos. Así, urge la importancia del nombrar para reinstalar un tabú silenciado. Su mención suele ser rodeada de forma perifrástica a través de eufemismos que aludan al acto, pues la acuñación de la palabra es tardía. Es por ello que la literatura, en cuanto institución social, viene a cumplir un rol al absorber este tipo de fenómenos en imaginarios que a su vez son transferidos a la sociedad y estructurantes de determinados discursos y actitudes. En Chile, se suicida alguien cada una hora (OMS, 2018). A partir de aquí, es posible observar y analizar cómo ciertos hitos literarios e históricos configuran un mapa de suicidios en Chile. El propósito de la ponencia será es trazar una primera constelación que cartografíe y tienda puentes entre los casos de José Manuel Balmaceda (1891), Teresa Wilms Montt (1921), Violeta Parra (1967) y Salvador Allende (1973).