Abstract

Este artículo indaga en el concepto de paisaje memorial y en las controversias que siguen suscitando las exhumaciones del Valle de los Caídos, que pasó a denominarse Cuelgamuros con motivo de la Ley de Memoria democrática del 12 de octubre de 2022. Aunque el monumento ya no es el mausoleo del general Franco ni del fundador de Falange Española, José Antonio Primo de Rivera, constituye aún la mayor fosa común de España, una necrópolis pública, según la Ley 52/2007 de Memoria histórica, dirigida no obstante por la Iglesia católica, y a la que no pueden acceder los familiares. Esa dolorosa relación con un pasado traumático afecta a lo más íntimo, la muerte, y dificulta la construcción de una memoria común. En ese sentido, la anomalía en la España democrática no sólo radicaría en la permanencia de un monumento a la gloria de un dictador en Europa sino en la ausencia de un panteón nacional que reconcilie a todos los españoles.