IX Congreso Internacional de Estudios sobre Medios de Comunicaci?n

Resumen

Hay buenas razones para estudiar las teorías conspiracionales con el mayor rigor y sistematicidad posible —“científicamente”, si se prefiere—. Obviamente, además de examinar estas teorías en sí mismas, o sea, la congruencia de sus argumentos y la pertinencia de las evidencias que presentan, sería interesante avanzar hacia una teoría que de cuenta de los motivos de su impacto social creciente en la actualidad; de las implicaciones y las consecuencias culturales, intelectuales y hasta evolutivas que tendría para la humanidad el hecho de concederles alguna validez; de las características de los circuitos de comunicación casi siempre marginales en los que circulan y logran posicionarse; de las predisposiciones contextuales y ambientales que las convierten en un referente de nuestro tiempo; de las propensiones dominantes a rechazarlas tajantemente o incluso a ridiculizarlas abiertamente; de las razones que han llevado a los medios tradicionales y a los dueños de las propias redes sociales a censurarlas deliberadamente en sus plataformas; etcétera. Hacia ahí, precisamente, aspira a caminar inicialmente el presente texto, o sea, hacia una teoría de las teorías conspiracionales.