Abstract

Hablar de arte y hablar de educación nos remite a un encuentro entre dos universos complejos, al diálogo entre dos disciplinas que se nos pueden antojar diversas pero resultan profundamente complementarias. Se requieren pedagogías, también artes, que incorporen las incertidumbres sin caer en el desmayo inmovilista, que asuman y celebren una incomodidad constante y fluidifiquen las definiciones y conceptos monolíticos, al tiempo que desafíen la absoluta relatividad de la eterna perplejidad postmoderna. El paradigma dialógico, al articularse en torno al diálogo de todos los agentes implicados en los fenómenos, se halla en un proceso constante de redefinición y cuestionamiento, albergando en sí mismo un gran potencial autocrítico que le confiere su propia naturaleza. Se lanza así a la valiente aventura de plantear preguntas sin ambages, conjurando la pérdida de sentido de la postmodernidad y su caída de los grandes relatos con un constante esfuerzo por encontrar nuevas y cambiantes brújulas que nos orienten, siempre de forma transitoria y provisional. En el presente estudio se presenta una mirada desde el paradigma de la complejidad que transciende el binomio arte/educación y se reflexiona acerca de las posibilidades que presentan las artes escénicas para la reconstrucción dialógica de la experiencia educativa.